Chapo Guzmán No Fue El Primero: Conoce A La Madre Del Narcotráfico Mexicano

Como todo buen representante de la generación beat, el escritor estadounidense William Seward Burroughs vivió una vida llena de excesos. Las drogas y el alcohol estaban en su vida quizás como forma de protesta contra las imposiciones y las expectativas sociales.

Fue en esos días de excesos que se fue a México por algún tiempo, para consumir estupefacientes.

 

El uso de alcohol y drogas lo llevaron a conocer a numerosas personas de la vida marginal mexicana.

 

Lejos de buscar codearse con la élite intelectual del país, Burroughs se sumergió en la vida subterránea del país, incluso estando inmiscuido en algunos problemas con la justicia. Fue así como conoció a uno de los personajes más temidos del México de finales de los 50: el abogado Bernabé Jurado, famoso por ser corrupto y el nivel de poder que manejaba. En él encontró la inspiración para su novela “Junkie”.

 

Pero su relación creativa con la marginalidad mexicana no terminaría allí: luego escribiría dos novelas (“El almuerzo desnudo” y “Ciudades de las noches rojas”) inspiradas en uno de los personajes más controvertidos de la sociedad mexicana entonces: María dolores Estévez Zuleta, mejor conocida como “Lola la chata”.

 

La chata se volvió reconocida por su implacable capacidad para hacer negocios en el mundo de la droga y convertirse en la narcotraficante más rica y poderosa del México de los años 40, mucho antes que el Chapo Guzmán o el Señor de los Cielos.

 

María Dolores comenzó a los 13 años en el mundo de las drogas. AL comienzo era burro, llevando paquetitos de morfina y heroína entre una canasta de frituras que solía vender.

Así, luego de pasar por las funciones de fichera y dealer, se creó un espacio en el subterráneo mundo de las sustancias prohibidas y llegó a manejar uno de los mercados más importantes de todo México.

 

Manejaba su negocio desde un centro de operaciones en la Merced (Ciudad de México), lo que le permitió adquirir gran poder y vínculos con hampones del nivel de Pancho Pistolas y Max Cossman.

A los 28 años ya era la reina de México. Pero esto no la salvó de cumplir tiempo: a pesar de ser patrona de varios funcionarios de alto rango, pasó varias veces por cárceles como Lecumberri o en las Islas Marías, donde incluso construyó un hangar privado para recibir visitas de sus familiares.

 

Lola la Chata murió de un paro cardíaco en septiembre de 1957, mientras era sometida a una operación quirúrgica. Fue el fin de su reinado pero no de su huella que marcó siendo la distribuidora de droga más grande de México, y la inspiración de dos novelas que bien merece la pena revisar.

 

¿Conocías esta historia? ¡Compártela con tus amigos!