Trump, no contento con ofender a los latinos y a los musulmanes, ahora se ha puesto a hablar bobadas sobre los enfermos terminales.
Esta semana, en un acto de campaña en Henderson, Nevada, el candidato republicano le dijo a la gente con enfermedades terminales que no se murieran hasta después de votar por él.
“No me importa lo enfermos que estén”, comenzó, “no me importa si recién vienen del médico y él les dio el peor pronóstico posible y les dijo que se acabó todo, que no estarán por acá en dos semanas”.
“No importa: quédense hasta el 8 de noviembre, vayan y voten”, dijo. Así, cuando se hayan ido, “lo que diremos será simplemente ¿los amamos y los recordaremos por siempre’”, terminó con la arrogancia de costumbre.
Si bien partió su intervención diciendo que “diré esto como una broma, pero es en serio”, Trump debe dejar de escudarse en que las brutalidades que dice son bromas.
A pesar de que ni siquiera en su partido lo quieren mucho, el multimillonario racista y misógino aún tiene amplias posibilidades de ganar la elección según las encuestas y los expertos.
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