El día 25 de mayo de 1979, Stanley y Julie Patz decidieron dejar a su hijo de seis años ir solo a la parada del autobús escolar por primera vez.
Ocho horas más tarde, cuando Etan Patz debía volver a su casa en el barrio Soho, Nueva York, sus padres se dieron cuenta de que algo andaba mal. El peqeuño no aparecía en la casa, así que llamaron a la escuela sólo para descubrir que nunca había llegado a clases.
Etan había desaparecido.
La conmoción fue enorme, no sólo por lo trágico de los hechos, sino porque el rostro de Etan fue uno de los primeros en ser puestos en una caja de leche como estrategia de búsqueda a nivel nacional.
Sus padres lo buscaron por años, desesperadamente, pero el tiempo pasaba y las posibilidades de encontrarlo a salvo se reducían. Julie y Stan jamás dejaron el departamento en el que vivieron con su pequeño hijo, “por si un día regresa”.
Casi 4 décadas después, el caso ha concluido y no fue con un final feliz. En lugar de aparecer sano y salvo, fue su secuestrador y asesino quien confesó la verdad.
Pedro Hernández era un joven de 18 años que vivía en el barrio Maple Shade de Nueva Jersey, pero trabajaba en Soho. Esa mañana, vio a Etan caminando solo y lo sedujo con una bebida para llevarlo hasta el sótano de la bodega de su trabajo.
Ahí, lo estraguló hasta matarlo.
Según relató, Hernández puso el cuerpo en una bolsa y lo dejó tirado en un cajón de desechos lleno de basura. Los restos de Etan jamás fueron encontrados.
Durante 32 años, Hernández mantuvo en secreto su brutal crimen, viviendo una vida normal, hasta que en 2012 una nueva pista del caso hizo que el caso reapareciera en los medios el rostro de Etan.
Si bien la presunta pista no ayudó en nada en el caso, el resurgimiento causó tal revuelo que el Departamento de Niños Desaparecidos de la Policía de Nueva York recibió una llamada anónima que confesó haber escuchado a Hernández jactarse por la muerte del menor.
Lo detuvieron para cuestionarlo y , aunque hubiera sido difícil comprobar las acusaciones que le imputaban, finalmente Hernández confesó.
Sus abogados defensores alegaron que era un hombre con trastornos sicológicos que no le permitían diferenciar la realidad de la fantasía. Incluso, su hija declaró que ha hablado de alucinar con ángeles y demonios.
Pero los fiscales argumentaron que Hernández probablemente estaba simulando o exagerando los síntomas de su enfermedad mental para salir libre de polvo y paja.
Tras 9 días de deliberación, el jurado declaró culpable a Hernández (que hoy tiene 56 años) por la desaparición y el homicidio de Etan Patz.
Stan y Julia Patz, mientras tanto, se convirtieron en activistas en la causa de niños desaparecidos, pujando por leyes para la protección de menores que se han ido aprobando tanto local como nacionalmente.
En 1983, el presidente Ronald Reagan decidió declarar como Día Nacional de los Niños Desaparecidos el 25 de mayo, en conmemoración al día en que fue asesinado Etan Patz.
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