Catherine Mirimanova siempre fue una chica que no se preocupaba mayormente por su cuerpo. Tenía tendencia a subir de peso y había realizado una dieta tras otra sin obtener resultados positivos. Se restringía por semanas pero cuando terminaba el régimen todo volvía a la normalidad y así también, regresaban los kilos perdidos. Ese es el inconveniente de los regímenes y su temible efecto rebote. Como muchas personas, Catherine buscaba refugio en la comida cada vez que se enfrentaba a dificultades en la vida como la pérdida de un familiar, una ruptura amorosa, problemas en el trabajo, etc. Con el paso de los años logró rehacer su vida y se casó pero tuvo que recurrir a un tratamiento hormonal para quedar embarazada ya que su peso se lo impedía. Cuando finalmente logró su sueño, debió guardar cama durante todo el embarazo ya que era considerado de riesgo.
Antes de dar a luz, la joven pesaba 118 kilos.
Finalmente, todo salió bien y fueron los felices padres de un hermoso bebé.
Pero continuó subiendo de peso hasta llegar a los 120 kilos.
Catherine ya no estaba satisfecha con su cuerpo y ya no se trataba de un tema estético sino de salud. Con 1.75 cm de altura y 120 kilos de peso, su índice de masa corporal superaba los límites admisibles. Con 39’18 de IMC Catherine sufría de obesidad de tipo II, lo que aumentaba el peligro de sufrir diabetes, cardiopatía y enfermedades metabólicas.
Enero de 2005
Ahora debía enfrentarse a varios desafíos: mudar, perder peso y sentirse bien. No solo por ella, sino más bien por su bebé.
Febrero de 2005
Sabía que su alimentación no era de las mejores y que debía restringirse. Sin embargo, no quería someterse nuevamente a una de esas tantas dietas que sabía no darían resultados. Esta vez, no quería pasar hambre, lo haría muy a conciencia. Si había una celebración, comería un pedazo de tarta, nunca más esos atracones. Eliminaría los refrescos, las frituras y el azúcar. Y comería siempre raciones saludables.
Marzo de 2005
Decidió llevar una vida más activa. Salir a caminar, hacer actividades al aire libre y tener una actitud positiva frente a la vida.
Finales de Mayo de 2005 – 88 kg.
En cinco meses, y siguiendo un modo de vida más saludable, Catherine había perdido 40 kilos sin dificultad. Y lo que es más esencial, sin pasar hambre, sin deprimirse y sin desalentarse.
Principios de Junio de 2005 – 85 kg.
Sabía que los cambios incorporados habían supuesto una enorme bajada de peso, por lo tanto, ahora la pérdida de peso sería más lenta.
Finales de Junio de 2005 – 82 kg.
No tenía prisa porque quería que esta vez el cambio perdurara en el tiempo. Necesitaba llegar a su IMC más saludable, entre 60-68 kg, pero sin apuros. Esto era un cambio de vida, no una carrera por entrar en un vestido. Y no solo salud física, sino más bien sicológica.
La pérdida de peso no solo se reflejaba en lo físico ya que este nuevo estilo de vida estaba borrando todos esos años de complejos, insatisfacción y vergüenza. Una carga considerablemente más pesada que la grasa en el cuerpo.
Julio de 2005 – 80 kg.
Agosto de 2005 – 78 kg.
Su buen humor se hace evidente en las fotografías, algo que se traspasa al resto de sus actividades cotidianas.
Finales de Septiembre – 75 kg.
Según Catherine, siempre y en todo momento estaba presta a pasar una día en la playa, salir a caminar o visitar un museo. Algo que antes era una tortura pero ahora disfrutaba muchísimo.
Mayo de 2006 – 68 kg.
Además estas actividades la ayudaban a perder peso y fortalecer su musculatura.
Septiembre de 2006 – 62’5 kg.
Marzo de dos mil siete – 60’5 kg.
¡Por fin! Un par de años y un par de meses después de comenzar su cambio en el estilo de vida que llevó por años, Catherine alcanzó su peso ideal.
Al haber perdido peso de forma paulatina, incesante y pausada, su piel no muestra esas horribles marcas o la molesta flacidez.
Si, tiene estrías pero no le preocupan en lo más mínimo. Se siente bien, feliz, contenta y muy orgullosa de sus logros.
Al final, su objetivo era sentirse bien y saludable, no tener un cuerpo perfecto.
Sin dudas Catherine realizó un excelente proceso de pérdida de peso, abandonando los regímenes y concentrándose en un modo de vida activo y saludable.
Un cambio que sí funciona.
La fórmula del éxito de Catherine es sencillamente una nutrición inteligente. Gracias a ella, el perder peso y la autoestima llegan “solas”. Todos sabemos que existen alimentos buenos y malos, el problema es evitar los últimos.
No los comas, no los tengas en casa. Si vas a una reunión social, date unos gustos pero con mesura. En casa, aliméntate a conciencia. Sigue las recomendaciones de la OMS y la pirámide alimentaria para determinar la cantidad y frecuencia de los grupos de comida. Mantén una dieta variada, cocina tus alimentos y mide las raciones. Escapa de el alimento procesado y la bollería industrial.
Muévete, dedícate tiempo, favorécete con la ropa y reconoce tus logros. Siéntete feliz y mantén una actitud positiva. No tengas prisas, ese es el peor error. La gente tarda años en aumentar 10, 20, 30, 60, 80 kilogramos extras, y quieren perderlos todos en tres, seis o bien doce meses. Es imposible.
Por último, no lo hagas solo por una cuestión de peso, hazlo por salud. No conozco a absolutamente nadie con obesidad que disfrute de una vida sana, sin visitas al médico o inconvenientes y enfermedades asociadas a su peso. Di adiós a las dietas y goza de una nutrición inteligente. Esta es la fórmula que realmente funciona.
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