La oveja estaba muerta, no cabía duda. La pareja había estado conduciendo por un camino rural en Victoria, Australia, cuando vieron el animal en decúbito lateral en un prado. Detuvieron el coche y salieron a echar un vistazo más de cerca. A medida que se inclinaron sobre el cuerpo, la pierna de la oveja se torció. ¡Aún estaba viva!
La pareja llamó a Pam Ahern, fundadora de la Edgar’s Mission, un santuario de animales local, pidiendo su ayuda. Ahern; sin embargo, estaba a varias horas de distancia, por lo que sugirió que llamaran a otras organizaciones de bienestar animal, y a la policía local. La pareja siguió el consejo de Ahern, pero un día festivo importante en Australia y la ayuda no llegó.
Tomaron algunas fotos y las enviaron a Ahern. Cuando Ahern vio la condición de las oveja, se horrorizó. Ella todavía estaba a varias horas de distancia pero corrió a organizar un equipo de rescate. “Estaba claro la oveja llevaba algún tiempo en ese estado”, dice Ahern. “Habíamos tenido una temporada particularmente calurosa, y la noche anterior tuvimos lluvia también. Era increíble que ella aún estuviera con vida.”
Cuando Ahern llegó a la escena, ella, al igual que la pareja, creyó que el animal había fallecido. “No se movía, incluso mientras estaba de pie junto a ella,” dice Ahern.
Otra contracción de la pierna demostró que estaba equivocada.
“Si no hubiera sido por la urgencia de la situación, me habría echado a llorar por lo lamentable de la situación”, dice Ahern. “Sin duda estaba a un paso de la muerte. Pero la oveja no había renunciado y yo tampoco lo haría.”
La oveja, llamada Posy por Ahern, fue colocada en una camilla y llevada al vehículo de rescate del santuario. Cuando el equipo de rescate ofreció a Posy un poco de heno en el viaje de regreso, ella movió la cabeza para dar un mordisco. “En ese momento, supimos que teníamos una oportunidad”, dice Ahern.
De vuelta en el santuario, Posy recibió atención médica urgente. El equipo de rescate se dio cuenta que tenía “flystrike”, una enfermedad causada por moscas azules que ponen los huevos en la piel de una oveja. Cuando los huevos se convierten en larvas, se alimentan de los tejidos de las ovejas, causando inflamación, toxemia sistémica general y, en el peor de los casos, la muerte. Ahern pudo ver que Posy había sido tratada por flystrike, pero no había sido mantenida en confinamiento o supervisada por envenenamiento de la sangre.
Otro problema eran las pezuñas de Posy que estaban muy mal cuidadas y llenas de gusanos. Ahern no podía entender cómo el agricultor que había cuidado a Posy no había detectado o tratado este tema.
Posy estaba en tan mal estado que Ahern no estaba segura de que podría salvarla. La oveja se encontraba increíblemente delgada y grandes parches de lana se habían caído, dejando al descubierto su piel.
El equipo de rescate suministró a Posy un goteo intravenoso para darle líquidos y a continuación, limpió y vendó sus heridas. También trabajaron para recortar de nuevo el casco de Posy y quitar los gusanos.
Cuatro meses más tarde, se ha recuperado totalmente y ahora pasa su tiempo pastando con el rebaño. Ella se ve tan bien que a Ahern le resulta difícil distinguir a Posy del resto de las ovejas. “Posy se ve como una oveja feliz y saludable”, dice Ahern. “El único signo revelador de su terrible experiencia es la longitud irregular de la lana en su cuerpo debido a la enfermedad de la mosca azul.”
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