Los Moken o más conocidos como “los gitanos del mar” llevan 4000 años vagando por las aguas del Mar de Andamán. De tradición nómade, siempre han vivido en barcas, navegando, viviendo del mar. Tienen su propio lenguaje, su propia cultura, su propia mitología, y su propio estilo de vida. Para ellos la única época en la que es apropiado vivir en tierra firme es durante el monzón; sin embargo, pasan los otros 9 meses del año viviendo en barcas en medio del mar.
En las últimas décadas, la explosión del turismo en las aguas tailandesas que siempre han sido su hogar ha tenido un inevitable impacto en su vida. Aunque los Moken del norte, del lado de las costas de Myanmar, todavía mantienen su pureza e incluso muchos de ellos nunca habían visto turistas sino hasta hace muy poco.
Los gobiernos locales han intentado incorporarlos a la sociedad moderna (aunque sin siquiera darles la ciudadanía), sin mucho éxito. A principios de los 90’s el gobierno birmano les prohibió cortar leña, para que no pudieran construir sus barcos; sin embargo, eso no impidió que mantuvieran su estilo de vida y su cultura.
Lo más destacable de este pueblo nómade es su sobrenatural habilidad para desplazarse en las aguas del mar. Los niños pueden bucear durante mucho tiempo sin necesidad de oxígeno, y pueden ver con el doble de claridad bajo el agua que cualquier otro pueblo. Esto se debe a que sus pupilas, en lugar de dilatarse cuando están sumergidos, se contraen.
Hace algunos años, la bióloga danesa Anna Gislen, realizó un estudio con niños daneses en el que concluyó que dichos niños también desarrollaron esa misma característica después de un concienzudo entrenamiento submarino.
Estas increíbles habilidades de los Moken, los hace muy codiciados por los barcos pesqueros, lo que les ha permitido introducirlos en el sistema monetario, las escuelas locales, los hospitales, etc. Además, la sobreexplotación pesquera de la zona hace que cada vez tengan que irse más lejos, lo que se traduce en un aumento considerable del número de muertos, ya que sus habilidades subacuáticas también tienen un límite.
En la actualidad, la gran mayoría ya se ha impregnado de la cultura birmana, aceptando el budismo como religión y siéndose cada vez más cómodos en tierra firme.
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