Miracle Village (Pueblo Milagro) pareciera ser un sector residencial igual que cualquier otro. Sin embargo, a medida que pasas por sus calles notarás una gran diferencia: no vive ahí ningún niño.
El motivo de esto es que el pueblo de 200 habitantes en el condado de Palm Beach, Florida, está formado en su mayoría de ex presidiarios y presos en libertad condicional, todos culpables de algún delito sexual.
Una comunidad idílica formada por delincuentes sexuales
Abuso de menores, tenencia o distribución de pornografía infantil, acoso, exhibicionismo… la lista de delitos es tan larga como diversa. Algunos eran marginados, y otros gente normal, profesores, curas o entrenadores. Pero ahora son todos iguales.
Muchos saben que son culpables y viven aquí para pagar por sus delitos. Quieren vivir en paz, sin reincidir. Seguir adelante y este lugar les da esperanza y mantiene alejado de todo, especialmente de las tentaciones.
Otros creen que su permanencia ahí se debe a malos entendidos. Aún así, una vez que te incluyen en el registro de delincuentes sexuales, ya no volverás a tener una vida normal. Miracle Village les proporciona seguridad y les permite vivir sin ser juzgados, como es el caso de Christopher Dawson de 19 años.
Dawson tuvo relaciones con una adolescente que, según él, tenía 16, la edad de consentimiento en Florida. Ambos salieron juntos durante unos meses hasta que los padres de ella lo denunciaron. “Tenía 14 años pero yo no tenía idea”.
Fue condenado a 2 años de arresto domiciliario y 8 de libertad condicional. Pero violó los términos tuvo contacto con el hermano de un amigo suyo, que era menor de edad. Pasó 4 meses en una cárcel del condado, antes de que el juez lo enviara a Miracle Village.
“Fue una bendición. Aunque no me gustó dejar a mis padres, parece que mi destino era Miracle Village. Me siento en casa y seguro. Aunque me etiqueten como un delincuente sexual, no soy un monstruo, cometí un error y pagué las consecuencias”
Dawson quedará marcado como pederasta por el resto de su vida y no podrá retirar su nombre del registro hasta dentro de 25 años, si no reincide.
Miracle Village
Miracle Village fue creada por el pastor evangelico Dick Withrow en el 2009, un hombre que dedicó su vida a rehabilitar a este tipo de delincuentes. Withrow se refería a ellos como “los leprosos” de la era moderna.
“Nadie quiere estar cerca de ellos pero son personas normales. Muchos de ellos, jóvenes que recién cumplieron la mayoría de edad y salieron con alguien más joven”. El viejo pastor habla desde su propia experiencia: con 18 años se casó y dejó embarazada a su esposa, quien en ese momento tenía 14 años.
“Ahora me habrían metido 25 años en la cárcel y habría quedado marcado de por vida como delincuente sexual”.
Las leyes de Florida son muy estrictas con los delincuentes sexuales a los que obliga a vivir a más de 300 metros de escuelas, parques, centros de juegos u otro tipo de espacio donde puedan haber niños. Otras ciudades y condados han extendido la restricción a 760 metros incluyendo lugares como piscinas, paradas de autobús y bibliotecas.
Esto les imposibilita vivir en una ciudad normal. Una tarea aún más complicada debido a las dificultades que estos delincuentes tienen para encontrar un alquiler e integrarse a la sociedad.
“Buscamos muchos sitios donde vivir pero nadie quería alquilarnos un apartamento”, cuentan David y Lecil Woods, un matrimonio en el que él fue declarado culpable de un delito sexual. “Sin Mirarle Village no tendríamos nada”.
No todo el mundo puede vivir en Miracle Village. El centro divide a los delincuentes en tres categorías, y no acepta a aquellos que están en la tercera: personas con historial de violencia y/o con problemas médicos y psicológicos que requieren atención médica continúa y especializada.
Los residentes son derivados desde la penitenciaria y deben comprometerse a respetar las normas del lugar. Todos se someten a seguimiento y terapia psicológica. Ninguno puede usar computadores o un teléfono móvil, tampoco pueden salir del pueblo, y a las 19:00 horas deben estar en casa para someterse al toque de queda. Una oficial se dedica a chequear uno por uno que todo esté en orden.
A pesar de las restricciones, los residentes de Miracle Village están contentos y cada semana reciben entre 20 y 30 solicitudes de ingreso por que aquí se sienten seguros, de sí mismos y de otros.
Este es un lugar controlado y los mantiene lejos de las tentaciones. Tampoco les miran mal y no acuden a su puerta en cuanto un niño se pierde. No tienen que vivir preocupados de que sus vecinos los amenacen o los echen de sus casas por descubrir que están en el registro público de agresores sexuales. Aquí nadie juzga a nadie, todos tienen el mismo nombre. Todos los delincuentes, no sus acompañantes, ya que en Miracle Village pueden vivir con compañía. Algunos conviven con su mujer y otros se han mudado allí con su madre.
Un caso muy especial y conmovedor es el de Rose, la única mujer registrada como delincuente sexual en Miracle Village.
“Me casé con un hombre que me pegaba, se drogaba y bebía hasta quedar inconsciente. Traté de escaparme pero me dijo que nunca dejaría que me quedara con mis hijos. Me detuvieron y me acusaron de abusar sexualmente de ellos. Mi marido y mi suegra testificaron en mi contra y perdí el juicio. Espero que algún día mis hijos quieran saber la verdad y me busquen”.
Luego de 25 años de libertad y sin ningún tipo de reincidencia los delincuentes sexuales pueden solicitar que sus nombres sean eliminados de los registros. Aunque no es un proceso sencillo ni gratuito, necesitan un abogado, tiempo y bastante dinero.
“Podría pedir que retiren mi nombre”, dice Rose, “pero no tengo dinero ni ganas. Ya no me importa, aquí me siento segura. Todos me tratan como si fuera su hermana”.
Integración social y ghettos
Más de 58,000 pedófilos están registrados en Florida, por ello el Estado decidió endurecer sus leyes contra la pederastia, tratando de dificultar la reincidencia de los presos a través de la distancia mínima de seguridad y el registro público.
Sin embargo, esto ha sido un arma de doble filo, ya que los crímenes de odio han aumentado. El registro no especifica el delito, ni las circunstancias y considera a todos iguales, como Rose, Dawson o a un violador.
La restricción de distancia mínima también provoca que los pederastas se instalen en un mismo barrio o zona residencial, aumentando el contacto entre delincuentes.
Miracle Village parece ser la excepción, seguramente por el perfil no violento de sus habitantes, el control policial, psicológico y su lejanía con todo tipo de tentaciones. Sin embargo, no todos ven con buenos ojos este pueblo.
Los vecinos de Pahokee, una ciudad de poco más de 5.000 habitantes a tres kilómetros de Miracle, llevan años peleando por sacarlos de ahí.
“Son gente mala, no sé por qué los han traído aquí”, declara Benjamin Pierre, un haitiano de pelo blanco.
La víctima de violación Kathy, no ve lo positivo de Miracle. “No es un pueblo milagro, es más bien Pesadilla en Elm Street”.
Después de 8 años de asentamiento sin la más mínima incidencia, los ánimos comienzan a relajarse pero las quejas no cesan.
“Es una vergüenza que a todos estos criminales se les trate tan bien. Les dan casa gratis, comida gratis… Todo gratis. Y a nosotros nos tienen viviendo así».
Miracle Village se sustenta por medio de las donaciones de particulares y benefactores. La lucha por el dinero y como repartir los recursos en la comunidad siempre es un tema de cada día. No significa que se les pague todo, pero el problema está en que la mayoría de ellos no logran encontrar un trabajo. Solo algunos, lo más jóvenes, pueden acceder a trabajos mal pagados en pueblos cercanos. Ni siquiera sus mujeres o madres los consiguen.
Miracle Village es un gran apoyo para ellos y evita que caigan en una espiral de pobreza que indudablemente lo llevará a cometer otros delitos para subsistir, los aleja de las malas relaciones y pueden vivir en paz. Aunque su permanencia en el tiempo es incierta.
Provoca sentimientos encontrados la situación de estas personas.