La depresión es un estado de tristeza aguda, en el que el afectado siente que nada vale la pena, que la vida no tiene sentido. Los pensamientos se tornan oscuros y no hay nada bueno en el presente y tampoco para el futuro.
“La depresión es un monstruo poderoso que quiere limitar nuestra vida, hacerla más pequeña y robarnos nuestros deseos, objetivos e ilusiones.”
Lo bueno es que podemos combatirla, como lo hizo el conocido cantante Juan Luis Guerra. Cada cual tendrá su método de afrontarla y superarla, lo bueno es que si ponemos a trabajar nuestra fuerza de voluntad y no dejamos que el desánimo nos gane, la pena, la desesperanza, ya no existirá. Saldremos de ese túnel oscuro, donde no se encontraba una salida y solo queda tocar fondo.
Nos daremos que en la mayoría de los casos es creado y alimentado por nosotros mismos debido a nuestra manera de percibir lo que nos rodea y nos comportarnos. Si nos esforzamos un poco y somos disciplinados, saldremos de ese pozo y descubriremos las cosas buenas que nos ofrece la vida.
A Pesar De Tenerlo Todo Sucumbió A Esta Enfermedad
“Era un desgraciado. Uno de esos ganadores que tienen la mala suerte de conseguir todo lo que se proponen. Había sufrido en sus propios huesos la fatalidad de alcanzar su sueño. La vida, en su primer tercio de existencia, le había dado todo y, en consecuencia, le quitó de cuajo el derecho a soñar. Ya no podía, como el resto de la gente, echarle la culpa a nadie ni a nada de esa insatisfacción repentina, de los ratos de tristeza, de los momentos de ansiedad…”
Como bien nos cuenta mediante estas palabras el cantante Juan Luis Guerra, había sido alguien que, por desgracia o por fortuna, lo había conseguido absolutamente todo en su vida: Tenía dinero, una mujer maravillosa a su lado, una hija, se dedicaba a la música que era lo que siempre le había apasionado, era admirado por sus fanáticos…
Él comenta que conseguirlo todo muchas veces puede ser un arma de doble filo. Uno crece pensando que cuantos más elementos materiales e inmateriales tengamos en nuestra vida, más felices seremos. Pero eso no es cierto y la clave de la felicidad no la venden en ninguna tienda.
“Nada ni nadie tiene poder para hacer feliz a otro ser, tampoco para hacerlo infeliz. Se trata de mí, de lo que me digo, de mis frases interiores, lo que hace que llegue o no a ser alguien con una vida plena.”
Cuando alguien consigue todo lo que se propone, alcanza una meta a partir de la cual se pregunta ¿Y ahora qué? Como bien dice el dicho: “La felicidad está en la sala de espera de la felicidad”. Cuando llegamos por fin a eso que se supone que va a dar sentido a nuestra vida y a hacernos las personas más felices del Universo nos damos cuenta que no .
Puede haber un momento primero de exaltación y emoción desbordada, pero poco a poco todo va perdiendo valor, ya que nada de lo que creemos que nos falta, en realidad nos falta. Son solo ilusiones que una vez obtenidas, se evaden. Son placeres efímeros, momentáneos y en muchos casos costosos.
“Es por ello que tenerlo todo no da la felicidad. Ni el dinero, ni la fama, ni el trabajo, ni la pareja…nada de esto es productor o determinante de una vida feliz”.
Puedo tener todo eso y como Juan Luis Guerra, caer en depresión. Por el contrario, puedo no tener nada de esto y ser un ser plenamente feliz. Todo depende de mi interior, de mi forma de filtrar lo que me sucede.
¿Cómo superó Juan Luis Guerra su depresión?
El cantante cuenta que no se sentía nunca en paz, siempre nervioso, tomando pastillas para dormir e intranquilo en cualquier lugar. Se dio cuenta de que necesitaba encontrar la paz y él, particularmente, la encontró apoyándose en la religión. Quiso llamarle Dios a su curación emocional diciendo que no es que hubiese empezado a creer en Dios, si no que ahora creía a Dios, que no es lo mismo. “Dios es mi mejor ansiolítico”, decía él.
Así lo hizo el cantante. Aprendió las enseñanzas que la religión le había transmitido y las hizo suyas. Grabó un disco, llamado Para ti, en el que todas las canciones son de temática cristiana.
Juan Luis Guerra aprendió otra manera de pensar, comenzó a aceptar mejor los vaivenes de la vida y gracias a su fe en Dios, que era quien le transmitía la paz que necesitaba, comenzó a salir del pozo.
Quizás al leer esto pienses que no te sirve porque no eres religioso, pero esa la cuestión. Seamos o no creyentes, la clave es no querer siempre más y más, no quejarnos siempre por lo que no tenemos, no pensar que si relleno mis huecos vacíos con más cosas, seré más feliz. La clave tiene que ver con apreciar y degustar plenamente lo que tengo, que si nos paramos a pensar, es muchísimo; y no pretender obtener más, ya que no nos hace falta.
¿Sabías esto de Juan Luis Guerra?