El caracal o lince del desierto, es un elegante felino de tamaño medio y complexión robusta. Vive en las sabanas semidesérticas de África, Oriente Medio y Asia; y aunque su aspecto se asemeja al lince, está emparentado con el serval, un gato salvaje africano con el que puede cruzarse.
El pelaje del caracal es liso, con un tono entre rojizo y castaño, sin manchas o rayas. Sus orejas largas y puntiagudas están rematadas por un mechón de pelo negro. De ahí su nombre, ya que caracal deriva de la palabra turca “karakulak”, cuyo significado es “orejas negras”.
Este felino posee una visión excelente y un oído muy fino, lo que le permite cazar de noche fácilmente. Se alimenta de roedores e incluso de crías de antílope, pero sus presas favoritas son las aves, a las que puede capturar en pleno vuelo gracias a sus saltos verticales de más de dos metros. También es un ágil trepador, y en ocasiones ataca a los pájaros en sus propios nidos.
Actualmente la especie está protegida en varias regiones, aunque no se considera una especie amenazada. A nivel internacional, La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo ha catalogado como “preocupación menor” (LC), lo que significa que su índice de riesgo es más bajo que el de otras especies felinas.
Los caracales son fáciles de domesticar e incluso en Egipto, Persia y la India se les adiestraba para la caza. Para probar su agilidad se soltaba un caracal domesticado en presencia de palomas, observando cuántas podía derribar de un salto.
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