Los vecinos de Commerce Township, un pequeño barrio residencial de Michigan, no podían creer lo ocurrido una tranquila mañana de junio de 1995: la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y numerosas autoridades se presentaron en la comunidad para evacuar a sus 40 mil residentes sin entregarles una fecha de regreso.
La razón era increíble: su vecino, de apenas 17 años, había construido un reactor nuclear casero en el cobertizo de su casa, por lo que el barrio fue declarado zona de peligro radioactivo.
El responsable fue David Hahn, un joven boy scout que, empeñado en conseguir la insignia de energía atómica, se dejó llevar por su entusiasmo e inteligencia, apoyado en la obra “El libro dorado de los experimentos químicos”.
Durante más de un año, David diseñó y construyó un reactor nuclear a partir de piezas recicladas y chatarra. Tomó americio de los detectores de humo, torio de las linternas para camping, radio desde relojes y tritio sacado de las miras de las armas que había en su hogar. Además, compró unas pilas de litio y usó ese metal junto a un quemador Brunsen para purificar la ceniza de torio.
Nadie sospechaba nada, hasta que fue detenido robando materiales para continuar su proyecto, y revisaron sus pertenencias.
El espanto de los policías fue tal, que llamaron a los servicios especializados. Estos encontraron que la radiación en el lugar sobrepasaba 1000 veces la cantidad permitida, por lo que el cobertizo fue sellado y se procedió a evacuar inmediatamente el barrio.
Días después, y luego de tener asegurada la zona completamente, se permitió a los vecinos volver a sus casas. Sin embargo, la limpieza del material radioactivo se prolongó por un tiempo más y costó alrededor de 60 mil dólares de la época.
Luego de este incidente, Hahn abandonó sus estudios en la secundaria y se unió a la armada, esperando continuar en ella con una carrera de especialista nuclear. Sin embargo, en 2007, fue arrestado de nuevo robando material radioactivo. En la foto de su retrato para la ficha policial su cara estaba cubierta con llagas, que los investigadores asociaron a heridas por exposición a la radioactividad.
Su objetivo, declaró, era inventar una bombilla que brillase durante más de 100 años.
Estos planes fueron truncados este 27 de septiembre, cuando falleció por causas que aún se desconocen. Sin embargo, no es tan difícil suponer que la radioactividad tuvo un papel en ello.
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