En 2002, un grupo de ingenieros hizo algo espectacular cuando conectó la parte continental de Holanda con la isla artificial Flevoland. Para hacerlo, se planeó incluso un túnel subacuático, lo que sería poco conveniente para tanto que el transporte terrestre como acuático pudiera ser fluido y así evitar atascos.
La solución entonces fue impresionante: un acueducto donde la carretera pasa por debajo y el agua se mantiene al tope.
Por este acueducto de 3 metros de profundidad pasan 28 mil autos al día, y los barcos pueden navegar libremente por el espacio sobre el puente.
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