Cada niño es distinto y, si sus padres se dan el tiempo de conocerle, podrán averiguar qué es lo que le entrega calma en situaciones de estrés, enojo o angustia.
Sin embargo, una ayudita nunca viene mal y este juguete servirá no sólo para ayudarles a entender cómo controlar las emociones desbordantes, sino que también –al ser hecho juntos en casa- permitirá un momento íntimo de unión con tu hijo o hija.
El juguete se llama “el frasco de la calma” y es una metáfora sobre las propias emociones que los ayudará a aprender, mediante el juego, el funcionamiento de las emociones en su mente.
El frasco brillante, lleno de destellos de distintos colores que se agitan y mezclan, recobran lentamente la tranquilidad y la paz, representando que la agitación por emociones fuertes pueden controlarse o calmarse de la misma manera.
Cuando los niños estén intranquilos, basta con que agiten el frasco de la calma y observen cómo todo va retornando a un estado de reposo, ayudando a que sus emociones se tranquilicen y puedan incluso aprender a meditar.
Sólo necesitan los siguientes elementos:
- Glitter (o brillantina)
- Un frasco
- Vaselina vegetal o aceite
- Agua
La idea es que lo hagan juntos para también hacer partícipes a los niños de la metáfora, y que sean ellos quienes elijan los colores para cada emoción.
Primero se llenan tres cuartos del frasco con agua y vaselina o aceite claro, mezclados en partes iguales. Se diluye el glitter en agua antes de echarlo al frasco y cerrarlo.
Para cerrar, pueden probar el funcionamiento del frasco, agitándolo y reflexionando juntos.
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