Probablemente todo estemos de acuerdo en que los primeros 10 años de vida de un niño deben enfocarse en conocer el mundo a través del juego y el aprendizaje. Ser un niño debe girar en torno a hacer amigos, jugar con tierra, y no tener preocupaciones.
Sin embargo, muchos niños se ven privados de esas oportunidades, y puede ser perjudicial. Estudios demuestran que una exposición a la violencia puede afectar la salud de los niños, el desarrollo cognitivo, y el sentido de la moralidad. Sin embargo, los buenos maestros pueden hacer una gran diferencia para los niños en zonas de guerra.
Hay maestros increíbles que hacen grandes diferencias en todo el mundo, pero este mes, la Fundación Varkey condecoró a una mujer en particular: una maestra palestina increíble llamada Hanan Al Hroub.
Hroub ganó un premio que se considera el Nobel de la enseñanza por el cual competían otros 8.000 profesores, y en una fase final nueve, de Estados Unidos, Japón, Australia, Finlandia, Pakistán, India y Palestina.
En la ceremonia de entrega, celebrada en Dubai, se proyectaron vídeos del papa Francisco, el duque de Cambridge y Bill Clinton rindiendo homenaje a una mujer que creció en un campamento de refugiados en Belén y que ha dedicado su vida a la docencia después de que unos soldados israelíes dispararan a dos de sus hijas.
Hroub trabaja en la escuela Samiha Jalil en al-Bireh, situada en las afueras de Ramallah. Esta esforzada profesora ha explicado que sus alumnos, que tienen entre seis y diez años, viven en un ambiente donde la violencia es endémica. Con frecuencia, son problemáticos, inestables y manipuladores, algunos violentos incluso. “Fuera de la sala de clases solo se respira violencia, y es por ello intento que en mi salón reine la paz, la armonía y la seguridad”.
Cuando Hroub terminó la secundaria no pudo cumplir con su sueño de ir a la universidad, ya que durante esa época (entre 1987 y 1993) todos los centros universitarios en Palestina cerraron sus puertas, por lo tanto se casó y tuvo cinco hijos.
En 2000, cuando su hijo más pequeño iba a la escuela, Hroub decidió continuar con sus estudios, a tiempo parcial, y se matriculó en la Universidad de Al-Quds. Unos meses más tarde, soldados israelíes dispararon a su marido Omar y a dos de sus hijas cerca de Belén. Omar recibió un disparo en el hombro y las dos pequeñas quedaron muy traumatizadas.
Este incidente la animó aún más a seguir con los estudios y cinco años más tarde se licenció.
“Yo trabajo en una escuela pública, es una buena escuela pero no tenemos muchos recursos”, explica. “Cuando necesito algo, yo misma lo busco. No tenemos un presupuesto para material. Pero la sala de clases es mi segundo hogar y los niños son parte de mi familia”
En su discurso pronunciado en Dubai, Hroub señaló: “Estoy orgullosa de ser una profesora de palestina y de estar hoy ante ustedes. Este premio es una victoria para todos los profesores y muy especialmente para los palestinos. Cada día que pasa, la labor de los docentes adquiere una mayor importancia en un mundo que se pregunta qué futuro quiere para sus niños”.
Su planes ahora son destinar el millón de dólares, que se lo entregarán a lo largo de diez años, a un programa de ayuda a los jóvenes que quieran ser profesores y a programas de formación de profesores que quieran aprender sus métodos de enseñanza. Una de las condiciones del premio es seguir impartiendo clase durante cinco años, un requisito que ella está feliz de cumplir.
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