La industria del agua se ha adentrado en el mercado del lujo y ya mira hacia los glaciares. La empresa Svalbardi ha empezado a vender este año agua sacada de icebergs del archipiélago de Svalbard (que pertenece a Noruega), en el Ártico, por aproximadamente 94 euros la botella de 750 mililitros.
Aunque el agua es un derecho humano, puede tener precio. De hecho, la ex relatora de Naciones Unidas sobre el Derecho al Agua Potable y al Saneamiento, Catarina Albuquerque, sostiene que no tiene por qué ser gratis. Pero, aunque estos icebergs estén en el territorio nacional de algún país, existe el debate de si, en realidad, deberían considerarse patrimonio de la humanidad.
El Gobierno de Tíbet aprobó, en 2015, licencias para que docenas de compañías chinas explotaran los glaciares del Himalaya para obtener agua embotellada premium. Diez importantes ríos que fluyen hacia el sur de Asia dependen de la meseta Qinghai-Tibet (donde está la montaña) e interrumpir su fuente podría tener “impactos devastadores” para la seguridad del agua en toda la región, según explica Lio Hongquiao, analista del programa China Water Risk.
Jamal Qureshi, dueño de Svalbardi, es un bróker de Wall Street que tuvo la idea de entrar el negocio del agua de lujo después de visitar el archipiélago en 2013 y volver con agua derretida de un iceberg para su esposa. El producto se vende, en exclusiva, en los almacenes de lujo Harrods, en Londres, y a través de su página web. Svalbardi usa una grúa y una red para sacar 30 toneladas de hielo al año, que serán transportados en un barco para ser derretido. La compañía pretende vender entre 25.000 y 35.000 botellas de agua glaciar con “el sabor de la nieve en el aire” cada año.
“Tenemos el certificado de empresa libre de carbono. Además, solo utilizamos icebergs que ya están flotando en el mar y que, por lo tanto, no podrían ser usados por los osos polares u otros animales”
Al margen de los problemas medioambientales, los expertos señalan que el hielo glaciar no aporta nada a la calidad del agua, aunque Qureshi insiste en las ventajas del bajo nivel de mineralización. “No es comparable en calidad con las aguas de manantiales naturales o de aguas subterráneas no contaminadas.
El agua, que apenas tiene contenido mineral, se valora por tener “una sensación en boca excepcionalmente ligera” y “un terroir único, ideal para maridar con alta cocina”, según la empresa.
En declaraciones para el Daily Mail Qureshi afirma que su agua “es el resultado de fundir icebergs que hace 4 mil años se crearon a partir de nieve. La contaminación no ha podido intoxicarlos porque el hielo se ha compactado desde tiempos previos a la revolución industrial”. Pero no hace referencia a ningún estudio científico que respalde sus palabras.
Qureshi señaló que un porcentaje de la botella se dona a Global Seed Vault, un centro que guarda cada variedad de semilla que existe para combatir su pérdida en caso de desastres naturales.
Sin embargo, para Peter Gleick, presidente del Instituto Pacífico, sostiene que la cadena de producción que requiere la empresa, a largo plazo no será sostenible en términos ecológicos y podría acelerar el deshielo a pequeña escala.
¿Comprarías esa agua?