Entre los efectos secundarios más comunes de las pastillas anticonceptivas femeninas están las migrañas, la trombosis, la hinchazón en las piernas y la desaparición de la libido sexual. Entre los menos, se encuentran la depresión, la ansiedad y los cambios de humor.
Es una larga y preocupante lista.
La editora Vicky Spratt se ha decidido a contar su historia junto a estos indeseables síntomas en una extensa carta abierta publicada en la BBC, donde relata la pesadilla que ha sufrido luego de una década probando distintas marcas de anticonceptivos:
Con 14 años mi madre me llevó al ginecólogo porque llevaba más de tres semanas con la regla. Me recetaron la píldora anticonceptiva. Me informaron sobre los riesgos que conllevaba no utilizar otro método de protección, ya que la píldora no evitaba la transmisión de enfermedades sexuales. Tenía 14 años, el sexo no estaba en mi agenda. Pero lo que no me explicaron fueron las consecuencias que tendrían esas pastillas en mi salud.
Fue entonces cuando mi pesadilla empezó. Hace 14 años. Desde entonces no paré de jugar a lo que yo llamo ‘la ruleta de la píldora’. Iba probando distintas marcas, intentando encontrar la que mejor me sentaba, siempre bajo prescripción médica. He probado las combinadas con estrógenos y progesterona; las que eran más bajas de estrógenos; las que eran más altas de estrógenos; las que no tenían estrógenos -la llamada miníldora- y así un sin fin de marcas.
Mientras tanto, mi vida iba pasando. Dejé de ser una adolescente pero mis síntomas, que eran cada vez más pronunciados, ya no casaban con los “típicos” efectos de la edad del pavo. Empecé la universidad y aparecieron los ataques de pánico, seguidos por temporadas de depresión y cambios de humor. Rompí con mi pareja porque mi libido era inexistente y cada vez que acudía al médico para comentar si podía ser causa de la píldora, me miraban con cara de póker, como si lo que estaba diciendo fuese una tontería y me recetaron ansiolíticos. Esa fue su gran contribución.
Fue a los 14 años que Vicky decidió dejar los anticonceptivos. Su mejoría fue notable, pero hasta hoy siempre lleva una caja de ansiolíticos encima por si vuelven las crisis de pánico.
Mi vida se estaba desmoronando. Tomaba ansiolíticos pero los ataques de pánico no desaparecían. Cualquier cosa me costaba el triple que al resto. Rompía a llorar sin motivo o me aterraba cualquier ruido de la calle. Mis amigos y familiares estaban desesperados porque no sabían cómo ayudarme.
Mi última caja de anticonceptivos fue de la marca Cerazette. Fue hace un año y fue cuando toqué fondo. Tenía la regla prácticamente todos los días y mi estado de ánimo era un carrusel de emociones. Mi ginecóloga seguía insistiendo en que mi ansiedad y mi depresión no se debía al uso de las pastillas.
Una noche de insomnio decidí buscar en internet: Cerazette + depresión. Allí estaba. Miles de foros y páginas sobre los efectos mentales y físicos que vivían a diario miles de mujeres que tomaban la píldora.
Hace un año que dejé de tomar la píldora anticonceptiva. Mi calidad de vida ha ido mejorando, pero poco a poco. Ya no tomo ansiolíticos, pero tengo que llevarlos siempre encima por miedo a que me dé un ataque de pánico.
Decidí iniciar una investigación sobre la relación entre la toma de antinconceptivos y la aparición de ansiedad y depresión. También comencé a recopilar distintos testimonios de mujeres. El resultado es bastante aterrador.
Entre 2002 y 2016, se han presentado 839 casos de reacciones psiquiátricas al Desogestrel, elemento encontrado en 6 tipos de píldoras. El Levonorgestrel, usado en 8 tipos distintos de pastillas, registra 1.377 casos de este tipo desde 1999.
El pasado noviembre decidí preguntar a mis lectoras sobre la píldora. Del total de personas que respondió -1022 lectoras con edades comprendidas entre los 18 y los 30 años-, el 93% estaba tomando o había tomado pastillas anticonceptivas. De ese 93%, un 45% había sufrido ansiedad y otro 45% depresión. Un 46% aseguraba que la píldora les había disminuido el apetito sexual y un 58% está convencida de que los anticonceptivos orales provocan efectos graves en la salud mental.
La solución no está en tirar ahora mismo la caja de pastillas ni en aceptar que los efectos sean parte de nuestro día a día. No podemos tomar decisiones buenas sin información. Necesitamos que se investigue más sobre cómo los anticonceptivos pueden afectar a nuestra salud mental y apoyar y entender a las mujeres que lo sufren.
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