Hay muchos mitos alimenticios que permean muchas dietas poco balanceadas que se basan en deshechar todas las comidas altas en grasas y aumentar las cantidades de apio hasta la estratósfera. Sin embargo, esto no funciona porque tu cuerpo no trabaja de esa forma.
Esto es porque el cuerpo recibe energía de los carbohidratos (uno de ellos es el azúcar) y de las grasas. Y el problema es que se descartan todas las grasas y no se ataca al gran carbohidrato problemático: el azúcar.
Hay que dejar de tenerle miedo a las grasas si se comen en cantidades sensatas. Y si dejamos de consumir azúcar (especialmente la blanca, refinada y procesada), serás esbelto por toda la vida y vendrán la salud, la energía, una hermosa piel y un cabello impresionante.
Incluso sólo limitando el consumo de azúcar durante tres días, notarás que te llenas más rápido y te sentirás mejor. A continuación te presentamos un menú aproximado para que pruebes durante esos 3 días:
Desayuno
-Huevo con jamón o tocino
-Huevos cocidos, con un poco de mayonesa
-Café con nata (al menos 22% de grasa) y queso
-Queso cottage o requesón (al menos 5% de grasa) con crema y frutas
-Hotcakes de harina almendrada
-Rollos (un poco de queso crema envuelto en un pedazo de carne ahumada)
-Ensalada de verduras verdes con aceitunas
Almuerzo
-Platillos de carne: albóndigas, tortitas de carne, filetes, etcétera
-Caldos (excluyendo los alimentos ricos en carbohidratos como patatas o frijoles)
-Ensaladas (de cualquier tipo de verdura con aceite vegetal o de oliva)
-Puré de coliflor
-Platillos de pescado (excluyendo empanizados con harina)
Cena
-Verduras horneadas o salteadas (brócoli, coliflor, espinacas, pimientos).
-Salsa espesa con huevos y camarones.
-Yogur con al menos 1% de grasa.
-Tostada con aguacate y pescado rojo.
-Cualquier opción para desayuno
Consume uno de estos platillos en la cantidad que quieras y sólo cuando tengas hambre realmente. No temas experimentar y cocinar los platos acostumbrados de nuevas formas.
Si sigues este sistema durante un tiempo, descubrirás que has empezado a bajar algunas tallas sin esfuerzo, ya no sientes hambre (el azúcar causa adicción y ansiedad, que se pasa comiendo), y no tienes problemas intestinales o de presión. Además, tendrás menos sed, ganando energía y fuerza.
Y sobre todo, serás dueño de tu cuerpo y de tu vida. Y no tendrás tantos antojos de pasteles.
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