La trágica historia detrás de la figura del rey del pop ha sido objeto de los medios desde que era un adolescente. Primero, su convulsa relación con el padre: miedos, rencores y perdón; luego, sus violentas transformaciones físicas; y finalmente, su adopción de los hijos.
Mucho se ha dicho al respecto de los cambios que sufrió en su apariencia durante su juventud, también una gran parte de esos comentarios han sido desmentidos por el propio Michael y médicos.
Así lucía en su más temprana juventud el ídolo del pop.
Así lucía cuando cantaba junto a sus hermanos en la banda Jackson 5.
Después de algunos años cantando junto a los hermanos, Michael empezó a convertirse en un símbolo de la nueva cultura pop en Estados Unidos.
A mediados de los ochenta, ya Michael era un cantante establecido, a pesar de su juventud. Fue también hacia finales de los ochenta que su público comenzó a advertir el cambio de coloración en la piel.
Para esa fecha, ya se había sometido a varias rinoplastías.
Inseguro de su cuerpo y anhelando ser otro, pidió consejos a su hermana La Toya.
Como era una figura pública, era imposible no discutir públicamente sus radicales transformaciones. Incluso, se rumoreaba sobre el uso del botox y los implantes malares.
Aunque muchas de estas afirmaciones las negaban, es indiscutible que sus labios fueron afinándose con el tiempo y poco, o nada, tenían que ver con los labios del pequeño Michael que cantaba con los Jackson 5.
En cambio, los malares se hicieron muy evidentes debido a las continuas pérdidas de peso a las que estuvo expuesto durante su vida.
A pesar de ello, siempre se justificaron dichas operaciones con el delicado estado de salud de Jackson.
Según sus propias declaraciones, tuvo una infancia infeliz debido a los abusos familiares a los que estuvo expuesto.
De no haberse sometido a estas operaciones, quizás hubiera sido muy distinto.
Es extraño imaginarnos esto, pero lo que es seguro es que dejó atrás la imagen de Michael negro, con rasgos de origen afro y su pelo esponjado.
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