Oimiakón, un pequeño pueblo junto al río Indigirka (este de Siberia, en Rusia), ha registrado temperaturas de hasta -71,2 °C. Este impresionante récord, registrado en 1993, ocurrió muy cerca de la ciudad de Yakutsk, considerado el poblado más frío del planeta.
Pero en Oimiakón es donde hace mucho más frío permanentemente, ya que en un día promedio el clima alcanza los -50 °C. Además, el invierno dura 9 meses y los peces se congelan sólo 30 segundos después de haber sido sacados del río. Allá, la leche jamás es líquida, y la gasolina de los autos se solidifica si se apaga el motor.
Solamente en la Antártida se registran temperaturas más frías, que alcanzan los -91 °C, pero allí no habita nadie.
El fotógrafo neozelandésAmos Chapple decidió viajar por dos días a Yakutsk y de ahí dirigirse a Oimiakón, para captar la vida cotidiana en el lugar habitado más frío del planeta.
“Llevaba puestos unos pantalones finos la primera vez que salimos al exterior, a – 47° C (-52° F). Recuerdo sentir cómo el frío se aferraba físicamente a mis piernas, la otra sorpresa fue que en ocasiones mi saliva se congelaba en agujas que pinchaban mis labios”, cuenta el fotógrafo.
El fotógrafo recuerda que el enfoque y el zoom de su cámara se bloqueaban ocasionalmente por congelación.
Oimiakón significa “agua no congelada”, gracias a las aguas termales cercanas que habían sido utilizadas por pastores de renos para regar a sus rebaños con agua caliente.
La “Carretera de los huesos” es la única ruta hacia Oimiakón:
La mayoría de los baños se construyen fuera de las casas, porque el congelado suelo no permite construir cañerías interiores.
Los granjeros deben meter a sus vacas en establos por la noche para mantenerlas vivas, y los autos sólo se pueden estacionar en garajes con calefacción. Si alguien deja su auto afuera, no debe apagar el motor o no podrá volver a partir.
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