“Oso” es un perro que andaba sin rumbo, vagando por las montañas de “Evans Creek”, en Estados Unidos. Cada vez que un conductor se detenía para intentar ayudarlo y se acercaba, el perro reaccionaba huyendo despavorido.
Amanda Guarascio y Dylan Parkinson escucharon de este perro que parecía estar en sus últimos días debido a su deplorable estado de salud. Así que se dirigieron a la montaña para tratar de rescatarlo. Efectivamente se encontraron con “Oso” y trataron por más de 1 hora de atraerlo utilizando comida como cebo pero no dejaba que nadie se le acercara.
Cansados de no lograr acercarse a “Oso” pensaron en un truco que podría no funcionar pero había que intentarlo. Amanda se acostó a la orilla de la carretera, dándole la espalda al perro, desplazándose lentamente hacia el, sin darle la cara. Centímetro a centímetro se desplazaba a espaldas hacia el perro, cada vez estando más y más cerca. Cada vez que él empezaba a gruñir, ella se acurrucaba contra el suelo. Y entonces seguía arrastrándose hacia él. Dylan le advertía a los conductores que no ayudaran a la chica cuando la vieran tendida sobre el asfalto.
“Y entonces estuve por fin cerca de él”, contó entusiasmada Amanda. “Oso” cedió ante ella, y dejó que lo acariciara con sus manos. Fue ahí cuando Amanda notó lo pronunciadas que estaban las costillas del pobre animal, todas pegadas a su piel. Pero lo más importante es que ellos habían podido ganar su confianza. “Desde ese momento estuvimos seguros que él no saldría de nuevo huyendo”, contó la chica. “Lo teníamos que subir al auto y llevarlo al veterinario de inmediato para que lo atendieran”.
“Oso” finalmente pudo recibir la ayuda que necesitaba y además, encontró a dos hermosas personas que le entregaron cariño y lo salvaron de una muerte segura.
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