La corta vida de Raashanai finalizó abruptamente en septiembre de 2014. Iba caminando cuando sufrió un colapso en plena calle.
Raashanai tenía solo 11 años, y su causa de muerte fue una infección en el abdomen producida a partir de un golpe que le fracturó una costilla, que a su vez punzó un órgano.
Este caso impactó a la comunidad Wakuegan de Illinois (E.E.U.U.), especialmente cuando se descubrió que la responsable detrás de sus terribles golpes era su propia madre, Nicholette Lawrence de 34 años.
La autopsia reveló que la joven pesaba apenas 30 kilos, tenía varias cicatrices de rasguño y quemaduras de cigarrillo en su cuerpo. Había sufrido maltrato familiar por años.
El 5 de septiembre de ese año, la policía detuvo a Nicholette y le imputó 14 cargos, de los cuales sólo admitió uno: el homicidio en primer grado de su pequeña hija.
El juicio se ha prolongado hasta 2017, y hace unos días la justicia dictó sentencia: la mujer fue condenada a 43 años de prisión sin posibilidad de apelar a beneficios que rebajen su condena.
El juez que revisó su caso, James Booras, la llamó “una madre monstruo”.
“¿Quién encerraría a su hijo en un armario con solo un lavadero, y quién lo alimentaría con solo un bol de cereal al día?”, se preguntaba Booras.
Luego de escuchar su sentencia, Nicholette dedicó unas palabras a los presentes en la audiencia:
Solo quiero decirles a ustedes y a todos que estoy muy arrepentida por lo que sucedió (…) No hay un solo segundo del día en que no esté atormentada por las imágenes en mi mente. Raramente duermo.
Nicholette es madre de otros dos hijos, que quedarán al cuidado de familiares.
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