El mundo aún es hostil con las personas transgénero, y sólo decirlo en voz alta les puede costar la vida. Por eso historias de supervivencia y valentía, como ésta, merecen ser contadas.
Una adolescente transgénero ha decidido recordar cómo se comportaron sus compañeros de clase cuando, a los 7 años, les dijo que “quería ser una niña”.
Kate Cooch, actualmente de 18 años de edad, había sido bautizado como Callum Wingate y ya en la primaria supo que su género no correspondía con el que le habían asignado al nacer, basándose en sus órganos sexuales.
Fue cuando ella y sus compañeritos habían estado discutiendo sobre qué querían ser cuando crecieran, que ella les hizo la confesión. “Estaba de pie en la piscina”; recuerda, “y dije: cuando sea mayor, quiero ser una niña”.
“Todos se rieron de mí y empezaron a llamarme con nombres. Por eso dije que sólo estaba bromeando y desheché ese pensamiento al fondo de mi mente, pero realmente me dolió”.
Pasaron varios años de sufrimiento en soledad, hasta que a los 16 reunió valor y le confesó todo entre lágrimas a su madre, Rachel Cooch, de 36 años. Sabía que su padre no la aceptaría, así que cuando su madre se divorció de él -en 2014- se sintió segura y le contó.
En septiembre de 2016, Kate comenzó a usar bloqueadores de testosterona y un tratamiento hormonal. También quiere hacerse la cirugía de reasignación sexual en el futuro, junto con afeitado traqueal, reducción de barbilla, rinoplastía y lifting de las cejas.
Planea hacerse todas las cirugías que le permitan adaptar su cuerpo a su identidad, lo que le saldrá alrededor de 73 mil dólares. “Estoy debatiendo si aumentarme los senos”, agregó, “pero eso dependerá de cuánto crezcan con las hormonas. Quiero ser lo más natural posible”.
Me siento mucho más feliz ahora que estoy viviendo como una mujer. Me encanta usar tacones y vestidos ajustados para ir a la discotecas
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