Algunas de las historias o cuentos más conocidos dicen que son inspirados por alguna historia real que en algún momento sucedió. Parece que la vida está llena de hechos increíbles que superan la ficción.
Esta pequeña joven tuvo una vida de cenicienta, pero no con esos finales felices de princesas como estamos acostumbrados a ver, sino una dura realidad. Hizo de todo para poder librarse de las manos de su malvada madrastra. La muchacha llamada Erwiana vivía en Indonesia con su familia, en una casa humilde y sin grandes lujos, y aunque no podían permitirse ningún capricho al menos tenían lo suficiente para comer.
Sin embargo con los años sus padres envejecieron y el trabajo comenzaba a ser muy duro para ellos. Por eso, cuando la joven Erwiana cumplió los 23 años, decidió buscar trabajo en los lejanos y lujosos castillos de Hong Kong.
Animada por las leyendas de princesas emigradas que habían encontrado un hogar, un trabajo bien pagado y algún que otro regalo por parte de sus señoras, Erwiana viajó hasta Hong Kong. Una vez allí, conoció a la señora Law Wan-Tung, de 44 años. Cuando la vio por primera vez pensó que era una mujer muy bella y elegante.
Debido a una antigua ley sobre el trabajo, Erwiana estaría obligada a vivir con su señora, pues al parecer, eso evitaría las inspecciones policiales y del departamento de inmigración. Con estos términos, la señora satisfecha le ofreció 400 euros al mes por trabajar y vivir en su casa. Erwiana contenta, aceptó.
Erwiana no veía mal lo de vivir en casa de su señora, pues de esta forma ahorraría gastos y podría mandar dinero a sus queridos padres. Todo iba relativamente bien, hasta que la señora Wan-Tung, que tenía confiscado su pasaporte, decidió que no iba a pagarle por limpiar y cocinar durante jornadas que superaban las 18 – 20 horas. Triste y agotada, Erwiana se quedó dormida un día en su cuarto y la señora Wan-Tung empezó a pegarle. A partir de ese momento, la obligó a dormir para siempre en el suelo y a comer solamente dos boles de arroz con pan y medio litro de agua al día.
Intentó escapar, pero fue sorprendida en el intento y el castigo fue terrible. La elegante señora Wan-Tung le rompió la nariz y varios dientes a puñetazos. Ideó torturas y castigos terribles, llegando a empapar a la joven en agua para tenerla horas frente a un ventilador, e incluso colocarle un tubo de aspiradora en la boca causándole graves heridas. Durante los 6 meses que duraron los maltratos, jamás la llevó al médico y las torturas nunca se detuvieron.
La salud de la Erwiana empeoró tanto y tan rápido, que la señora Wan-Tung decidió devolverla a Indonesia como si fuera un electrodoméstico averiado. Antes de hacerlo, la amenazó para asegurarse de que permaneciera callada para siempre, ya que si no lo hacía, iría a por su amada familia.
Cuando Erwiana llegó a Indonesia, no volvió a casa sino que tuvo que acudir inmediatamente a un hospital. Tras varias semanas en cama, interpuso una denuncia. Después de meses de lucha y movilizaciones, el tribunal de justicia de Hong Kong, condenó a la señora Law Wan-Tung a 6 años de cárcel y el pago de una multa.
(Fuente: playground.net)
Lamentablemente hay muchas jóvenes doncellas que siguen atrapadas en castillos y sin fuerzas para escapar de horribles cuentos en el que viven presas. Definitivamente la realidad muchas veces supera la ficción. Afortunadamente tuvo un final justo.
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