Sabemos que muchas veces los perros son utilizados como ayuda con personas que tengas alguna discapacidad. Como por ejemplo los ciegos, que utilizan a los perros entrenados para que sean literalmente “sus ojos”. Sin embargo, la sociedad ciertas veces no está preparada para aceptar a estos animales y no los admiten en ciertos lugares, olvidando que son la parte primordial de vida de esa persona.
Anthony de 7 años y su perro de servicio de 4 años de edad Stevie, comparten una extraordinaria amistad. Anthony tiene parálisis cerebral y Stevie es un pit bull. Juntos están destrozando los conceptos erróneos acerca tanto el trastorno neurológico y la raza de perro más temida. Esta es la historia de cómo lucharon y ganaron una batalla legal para permanecer juntos.
Dondequiera que Anthony está, Stevie también está ahí.
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Más que una mascota, Stevie está capacitado para proteger y ayudar a Anthony cuando él está en peligro.
Stevie va con Anthony al hospital, centro comercial, parque, e incluso la escuela.
“Me siento completamente segura cada vez que está con el perro, porque sé que el perro va a buscar ayuda”, dice la madre de Antonio, Mónica Alboniga.
Stevie ha salvado la vida de Anthony muchas veces.
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Cada vez que Anthony tiene una convulsión, Stevie pisa un sensor que hace sonar la alarma que pide ayuda. Anthony tiene una gran cantidad de condiciones médicas debido a su CP pero Stevie siempre está ahí para que sea mejor para él.
Pero un día, los maestros de Anthony dijeron que Stevie no podía ir a la escuela con él nunca más.
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El director en el condado de Boward, Florida consideraba a Stevie una amenaza para otros alumnos. Los administradores de la escuela dijeron que un perro no tiene lugar en la escuela. Pero Stevie no es sólo un perro ordinario, él es un compañero de vida y un proveedor de servicios a un niño con capacidades limitadas.
Anthony y su mamá hicieron todo lo que podían hacer para mantener a Stevie.
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Fue una larga batalla legal que se prolongó durante dos años. Pero la familia de Anthony estaba decidido a hacer a los dos felices.
Y fue un final feliz, después de todo.
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Era un día soleado, cuando el juez de distrito de Beth Bloom entregó su veredicto: “las entidades públicas en general deben permitir que las personas con discapacidad puedan ir acompañados por sus animales de servicio.”
Anthony, su madre Mónica, y su abogado Mattew Dietz lloraron de alegría, mientras Stevie movió la cola. Ahora, nada puede detener a esta maravillosa pareja nunca más. La mentalidad de la gente debe cambiar, abriéndose más a quienes pueden tener algo diferente pero siguen mereciendo los mismos tratos y oportunidades en la vida.
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