Hay lugares que tienen una paz única, una calma otorgada por un aroma. Una sensación de confort y un aura especial cuya procedencia parece venir del aire, de una esencia, pero que a veces nos resulta esquiva.
Probablemente no lo sepas, pero el responsable de esa atmósfera única puede ser el aroma del laurel. Esta planta, que usualmente es utilizada en la cocina mediterránea, tiene muchas más propiedades que sólo su rico sabor.
En las antiguas Grecia y Roma no sólo se usaba como adorno y símbolo de la victoria, también se creía que tenía propiedades curativas y se utilizaba como hierba medicinal.
Hoy, sabemos que todo ello es cierto.
Las hojas de laurel no sólo tienen un efecto calmante, también reducen el dolor, son antiinflamatorias, expectorantes y ayudan a prevenir los ataques epilépticos.
Todo gracias a sus diversos principios activos y aceites esenciales como el cineol (que por sí mismo tiene propiedades antibacteriales, antitusivas y antibronquíticas), mejora la digestión, reduce los gases en las comidas, promueve la relajación y tiene varios otros beneficios digestivos y hepáticos.
Otro aceite esencial presente en el laurel, el linannool, tiene propiedades relajantes y es muy útil para aliviar el estrés y la ansiedad, así como para combatir el dolor de cabeza y las migrañas producidas por trastornos de esta naturaleza. Además, ayuda a regular el azúcar y el colesterol en la sangre.
Para beneficiarte de todas sus propiedades, basta con quemar una hoja de laurel seca sobre un tarro, tacho o quemador, no inspirando su humo directamente sino dejando que perfume el ambiente y se distribuya por la habitación (como el incienso).
La quema debe realizarse en forma segura, sujetando la hoja con pinzas y sobre un tarro con agua, por ejemplo. Pronto sentirás cómo desaparece la tensión y el estrés.
Mira este video (en inglés) donde podrás encontrar el proceso en mayor detalle:
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