Lo alimentos hechos a base de tiburón no son una novedad y, al contrario, son una práctica antigua y muy popular en algunas partes del planeta. El problema es que algunas especies de tiburón están en peligro de extinción, pero eso no detiene a la gente que mata a más de 73 millones de tiburones al año.
Gary Stokes, miembro de la Sociedad de Conservación Pastor del Mar, ha vivido por 26 años en Hong Kong y ha visto demasiadas aletas de tiburón. Algo que lamenta, dado que la forma en que son conseguidas resulta cruel y despiadada.
Los tiburones son capturados, sus aletas son cortadas y luego son devueltos al mar, sin poder moverse.
Los tiburones terminan hundiéndose en las profundidades del océano mientras se desangran por sus heridas, mueren de hambre , asfixia o depredación.
No es posible saber cuánto tiempo seguirán vivos los tiburones (algunos sufrirán una muerte lenta y dolorosa, y otros serán devorados inmediatamente), pero les espera una terrible muerte.
“En tan sólo las últimas tres semanas he visto tres contenedores de 15 metros llenos de aletas de tiburón”, ha dicho Stokes. “Uno de Indonesia y los otros dos de los Emiratos Árabes. Cuando hablamos de uno de esos contenedores, hablamos de millones de tiburones”.
La principal causa de esta terrible matanza es la sopa de aleta de tiburón, un plato de alta demanda en Hong Kong y toda China. Conocida como la comida de los emperadores, es servida en bodas y ocasiones especiales, para desear prosperidad.
Un solo plato de sopa de tiburón puede llegar a costar más de 100 dólares, y -si bien China es su importador más importante- es un problema global.
Se estima que 73 millones de tiburones son asesinados cada año para poder conseguir sus aletas, lo que significa que están siendo asesinados 30 veces más rápido de lo que se pueden reproducir.
Las aletas obtenidas son almacenadas en bodegas o dejadas secando en techos o en la misma calle.
Stoke ha encontrado muchas de ellas, pero la colección más grande consistía en 100.000 aletas que estaban siendo secadas en un techo. Cuando las vio, decidió arrendar un helicóptero para poder tomar fotos aéreas de la impactante cantidad de aletas.
Uno de los problemas es que, una vez que las aletas han sido obtenidas, es difícil establecer su procedencia y discernir si vienen de una pescadería legal o si son producto de la invasiva y cruel intervención marítima.
El principal problema es que no existen leyes que protejan a los tiburones.
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre posee leyes internacionales insuficientes para proteger a los tiburones. Hay 12 especies que se encuentran bajo protección de dicho organismo, pero sólo regulan el comercio sin hacer ilegal la matanza de los animales.
Algunas de las especies cazadas están incluso en peligro de extinción, como el punta blanca oceánico y el tiburón martillo.
“Espero que las cosas cambien, en especial en generaciones más jóvenes”, reflexiona Gary Stokes. “El uso de la sopa de aleta de tiburón está disminuyendo cada vez más en las bodas”.
En este video, capturado por Stokes, puede verse cómo las aletas se dejan secando en plena calle:
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