El matrimonio de Fernando Manrique (44) y María Claudia Lutz (43) fue encontrado muerto en su propia casa junto a sus hijos Elisa (11) y Martín (10), ambos con autismo severo. Las autoridades dieron con sus cadáveres en las habitaciones de su casa en un barrio acomodado de Sidney, Australia.
Todos parecían dormir, pero en realidad el hogar de esta familia se había convertido en una cámara de gas para suicidarse bajo un acuerdo mutuo.
Ambos viajaron en 2005 para instalarse en Australia. Fernando, un ingeniero industrial, era director de Drake Bussines Services para Asia desde 2012. Incluso planeaba abrir su propia compañía el próximo año.
En el barrio los conocían como amistosos y amables. Sólo a algunas personas les contaban las interminables noches de insomnio atendiendo a sus hijos.
Vecinos aseguraron que días previos habían visto a Fernando haciendo trabajos con tuberías en la casa.
Fue cuando los directores de la escuela St. Lucy’s Catholic School alertaron de la desaparición de la señora lutz y sus dos hijos, que un grupo de agentes pudo descubrir los cuerpos de la familia en su casa en Davidson, a 20 kilómetros de Sidney.
Al llegar, encontraron una dantesca escena: el matrimonio y los niños estaban muertos, y también el perro de la familia, un mastin toro llamado Tequila.
La prensa asume que es cierta la teoría del suicidio colectivo, pero los informes de la policía advierten que todavía no es posible determinar si esto fue una decisión consensuada e incluso si María estaba al tanto de lo que luce como un plan exclusivo de su esposo.
Fernando fue quien, dos semanas antes del suicidio, había comprado dos cilindros con monóxido de carbono por internet. Ninguna nota fue encontrada en el lugar del crimen.
Esta muerte ha impactado a la sociedad australiana, y sus familiares en Colombia no se han querido referir al tema.
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