Se cuenta que los indígenas utilizaban este árbol como castigo. Amarraban a la víctima en su tronco y lo dejaban ahí hasta que comenzaba a llover. Allí se producía la tortura del árbol más peligroso del mundo. Es popularmente conocido como el árbol más mortífero porque puede matar hasta 20 personas solamente con uno de sus frutos.
“Cada parte del árbol es extremadamente venenosa. Ingerir o interactuar con cualquiera de sus parte puede ser letal”. Así lo indica la advertencia en una guía del árbol confeccionada por Michael G. Andreu y Melissa H. Friedman, de la Universidad de Florida. En este lugar es donde podemos encontrar el árbol y también en las costas Caribe y norte de Suramérica.
Quien desconoce sus peligros puede sentir curiosidad por lo brillante y verde de sus hojas y el agradable olor de sus frutos, que tiene un dulzor muy apetecible. También llaman la atención sus ramas plateadas, que se extienden sobre la arena como un perfecto banco natural.
Sin embargo, detrás de todas esas maravillas se esconde un enorme peligro que puede ser fatal. Ni siquiera es necesario tocarlo para sufrir sus efectos. Tan solo el polen puede desencadenar una reacción inimaginable.
Su corteza, hojas, flores y frutas segregan una savia lechosa llena de forbol, una sustancia tan corrosiva que se come cualquier tela ligera como el algodón y que es capaz de quemar la piel con tal solo rozarla. Las ampollas aparecen inmediatamente y si el viento arrojado un poco de savia en tu cara, esta se inflamará terriblemente, provocando incluso la pérdida de la vista de forma temporal.
Tocarse los ojos estando cerca de este árbol o quemar su madera causa los mismos efectos. Pensar en protegerse de la lluvia bajo sus frondosas hojas también es muy mala idea, porque hasta diluido con agua, el veneno de la planta no pierde su alto nivel de toxicidad. Solo algunos reptiles son capaces de vivir en estos árboles y alimentarse de sus frutos.
Su gran peligrosidad hace que se deba informar sobre la presencia del árbol para alertar a las personas que anden cerca. Pero este no fue el caso de la doctora Nicola H. Strickland, quien tuvo un encuentro con la manzanita de la muerte.
Su desafortunada experiencia fue publicada en la revista del Centro de Economía Botánica de Kew, donde explicó que en medio del paradisíaco paisaje de una playa desierta en la isla de Tobago, comió un fruto que les pareció exquisito.
Esta exquisitez era nada más y nada menos que la manzanita de la muerte. Momentos más tarde tuvo la sensación de haber comido unos granos de pimienta, luego le empezó a arder la boca y la garganta hasta no poder tragar casi nada durante más de 8 horas. La leche le ayudó a bajar la inflamación, pero sus ganglios cervicales seguían inflamados y le dolían.
Fue bastante afortunada, porque su ingesta provoca vómitos y diarreas severas que deshidratan sin el cuerpo hasta causar la muerte.
Aunque por su peligrosidad parezca invencible, el árbol se encuentra en peligro de extinción. Estas son malas noticias para los indígenas que usan su savia tóxica para impregnar sus flechas y hacerlas más letales. Además su madera, secada correctamente, se emplea para fabricar muebles y vajillas.
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