En el panorama actual donde el capitalismo permite que los países más desarrollados se aprovechen de los tercermundistas, así como permite que los ricos se aprovechen de los pobres, no es raro conocer historias donde conocemos que esas empresas que nos entregan ropa, teléfonos o diversión tratan a sus empleados en formas cercanas a la esclavitud.
Así resulta ser hasta con cosas como los juguetitos del Kinder Sorpresa…
Así es, esos juguetes que armábamos cuando pequeños tienen un origen bastante más oscuro de lo que podrías pensar.
No los hace directamente la marca que los vende, Ferrero, sino que se aplica la subcontratación –esto es, su creación se delega a otras empresas-. Una de ellas está localizada en Rumania, donde contratan a familias enteras sin edad mínima que evite que niños trabajen en ella. Hay incluso niños de hasta 6 años.
El salario, si se le puede llamar así, es de 150 dólares para toda la familia al mes.
Además, tal y como sucede en las fábricas chinas de iPhone, las familias duermen en la misma fábrica en pésimas condiciones de hacinamiento.
Es importante que no dejemos que una parte de nuestra infancia y la de nuestros hijos se manche por la sangre, el sudor y las lágrimas de familias menos afortunadas que nosotros. Esta indignante realidad necesita saberse para que las marcas hagan algo y encuentren una forma ética de crear sus productos.
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