A los 16 años, Fatim Jawara se transformó en arquera de la selección femenina de Gambia. En el 2012, su actuación permitió que el pequeño país africano lograra la clasificación para la Copa del Mundo en Azerbaijan.
Hace un mes y con 20 años, buscó nuevos rumbos. Si bien Gambia es pequeño (su población no pasa los dos millones), es una de las cinco naciones africanas donde más gente se escapa para llegar a Europa. La dictadura que gobernante es altamente represiva y además, según la ONU, el 60% de los gambianos vive con menos de 1,25 dólares al día.
La vida en Gambia es hostil, más aún para las mujeres.
Si quería desarrollar su carrera y tener buena vida, Fatim debía irse a Europa. El camino más corto era el que hacían muchos como ella: atravesar 4 mil kilómetros del desierto del Sahara para llegar a Libia, desde donde podía conseguir lugar en una barcaza para atravesar el Mediterráneo y llegar a Europa.
Su sueño era ser como Musa Jallow, otro gran arquero de su país que –a su misma edad- se fue de Gambia para llegar a Suecia. Ahí hizo carrera un tiempo en equipos menores hasta que tuvo que abandonar el fútbol y se convirtió en la mayor figura de las discotecas cool de Estocolmo bajo el seudónimo de DJ Black Moose.
Con el ejemplo de Jallow, Fatim no sabía si podría continuar con su carrera al arco de un equipo europeo o terminaría desarrollándose en otra disciplina, pero lo más importante era escapar del hambre.
Ni siquiera su desempeño en los Red Scorpions, el principal equipo de fútbol de su país, o su trabajo en la Selección le alcanzaron para juntar los 600 dólares que las redes mafiosas piden como condición para cruzarte a Europa. Fatim tuvo que vivir en las calles de Misrata (Libia), esquivando precariamente el hambre y haciendo diversas tareas para poder pagar su puesto en una barca.
Fue el jueves de la semana pasada que Fatim logró juntar el dinero para el pasaje hacia Lampedusa, una minúscula isla de Italia que ha devenido en un inmenso cementerio de inmigrantes ahogados.
Sin pertenencias, subió a la barca pero nunca llegó a Lampedusa: la barcaza de mala muerte en la que viajaba se hundió a kilómetros de las costas europeas. Fatim sabía nadar, pero de nada le sirvió en el caos del naufragio. Murió con Europa en los ojos, tal como otros 5 mil inmigrantes que han muerto este año tratando de llegar al viejo continente.
Chorro Mbenga, director técnico de su selección, confirmó el destino de Fatim y el presidente de la Federación Gambiana de Fútbol, Lamin Kabba, expresó su malestar en un mensaje de Facebook.
Estamos desesperados. Es una pérdida enorme para el equipo nacional y para el país.
La crisis de los refugiados es enorme y la triste historia de Fatim es sólo un caso de muchos. Hay niños que llegan solos a Europa y duermen en las calles, y hay otros que no pueden salir de las zonas de conflicto y son víctimas de los bombardeos.
Es una crisis política y humanitaria mundial dela que debe hacerse cargo todo el planeta.
¡Difunde esta triste historia para crear conciencia!