Los molestos calambres nocturnos por lo general ocurren en las pantorrillas, aunque también pueden afectar a los muslos, y se manifiestan en forma de espasmos que duran desde unos segundos hasta varios minutos.
La sensación varía entre una leve molestia hasta el dolor extremo, y depende del nivel de contracción muscular.
Pues bien, la ciencia dice que estos calambres pueden deberse a variados motivos: quizás pasas mucho tiempo sentado o de pie, haces esfuerzos prolongados o ejercicio intenso. Incluso te pueden dar por una mala postura al sentarte.
El embarazo suele producirlos de igual manera, y si sufres de diabetes, alcoholismo o Parkinson seguramente los experimentas con mayor frecuencia. Inclusive, estos espasmos podrían ser una señal de deshidratación.
Para eliminar este dolor puedes sentarte en la cama, extender ambas piernas hacia adelante y tirar la punta del pie acalambrado hacia ti. Es un movimiento parecido al que haces para quitar el pie del acelerador, pero ayudándote con las manos.
También, si te sientes energético, puedes apoyar tus manos contra la pared y estirar el gemelo. La postura más adecuada para hacerlo, y así relajar la tensión de las piernas, es la siguiente:
Obviamente, comprueba que no tengas las sábanas y mantas demasiado apretadas o que apliquen demasiado peso en tu cuerpo, de modo que obliguen a tus músculos a contraerse.
Es primordial estar cómodos para dormir, incluyendo la ropa que usamos, que debe ser suelta.
Por último, nunca está de más recordar el secreto de la abuela: cómete un plátano. O, bueno, come un poco de mostaza. Cualquiera de las dos sirve porque contienen altas dosis de potasio, lo que puede calmar y evitar estas contracciones tan molestas.
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