Las alergias son molestas, y a muchos de nosotros nos hacen la primavera imposible. Otras personas tienen alergias más específicas y complejas, como al maní, al plátano o al chocolate.
Pero la alergia de la inglesa Rachel Warwick es la más extrema que haya visto: alergia al agua. Desde los 12 años la sufre y el vital elemento le produce una fuerte inflamación y una irritante erupción en su piel.
Rachel ni siquiera puede beber un vaso de agua porque se le inflama la garganta, ni menos puede salir bajo la lluvia o tomar un largo baño. Hasta los besos de su esposo, Lee, le pueden producir molestia porque reacciona incluso a la saliva o a las lágrimas.
Se baña sólo una vez por semana y por medio de esponjas, para reducir el riesgo. Su marido es quien hace las tareas de la casa que involucren el contacto con el agua, como lavar los platos.
Como Rachel vive en Derbyshire, Inglaterra, el clima lluvioso y húmedo tampoco le permite salir todo lo que querría. Esta condición se llama urticaria acuagénica y es tan rara que la sufren sólo 35 personas en el mundo. No tiene cura y en algunos casos el mismo contacto con la sangre puede desencadenar una reacción.
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