Los logros y sacrificios de los atletas olímpicos, realmente impresionan e inspiran, pero los momentos de competencia en una instancia final, es una pequeña muestra de lo que son realmente.
El atleta polaco Piotr Malachowski, se hizo dueño de un record mundial, lanzando el disco a 71,884 metros en las Olimpiadas de Beijing en 2008, repitió el podio en los juegos de Rio, pero esta vez ganando la medalla de plata.
Entre todas las cartas de felicitación, el atleta recibió una muy llamativa, provenía de una madre llamada Gosya, quien tenia un hijo de 3 años llamado Olek, que padecía una extraña enfermedad llamada retinoblastoma (cáncer de ojos).
Si bien es una enfermedad curable, su tratamiento se debe hacer exclusivamente en Nueva York, lo que les hacia necesario con urgencia, dinero y ayuda.
Esta historia conmovió al ganador de medalla en Rio, e inmediato supo lo que tenia que hacer.
En su perfil de Facebook compartió la historia del pequeño Olek, y además puso su presea plateada en venta para poder cubrir los gastos del niño (viaje y tratamiento).
Milagrosamente la subasta duro solamente 2 días, tiempo suficiente para que se reuniera dinero suficiente para los gastos del pequeño.
“En Río luché por el oro. -dijo él- Hoy hago un llamado a todo el mundo: luchemos juntos por algo que es mucho más valioso”
Si bien el camino de sanación del pequeño esta recién comenzando, ya que el tratamiento es largo.
Malachowski nos demuestra el verdadero espíritu olímpico, y sin bien se quedo sin medalla, se gano el nombre de héroe en su pueblo.
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