Desde el primer segundo del inicio de nuestras vidas nos encontramos conectados a nuestra madre a través del cordón umbilical, luego lo seguimos estamos cuando nos reciben en sus brazos al nacer y en la mayoría de los casos, esta conexión se extiende durante toda la vida. Por eso no es casualidad que su figura sea un pilar fundamental y que marque significativamente la construcción de la personalidad de los individuos.
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