James Isaac tiene 9 años y vive en Wellington, en Nueva Zelanda. Es autista y tiene muchas dificultades para hablar, comunicarse con su familia, relacionarse con el mundo en general. Sin embargo, su vida ha cambiado drásticamente desde la llegada de Mahe hace un par de años, un perro de asistencia especialmente entrenado para ayudar a James.
Mahe va con James a todos lados, incluso al hospital ya que fue ingresado en el Hospital Infantil de Wellington para analizar las causas de las convulsiones que ha sufrido recientemente.
Para averiguar qué aqueja a James han tenido que someterlo a resonancias magnéticas (IRM), las que son ruidosa y angustiantes por lo que se las han hecho bajo anestesia general.
Mahe se ha hecho responsable de tranquilizar a James antes y después de las resonancias como lo pueden ver en esta fotografía de, Louise Goosen.
La madre de james siempre comparte las aventuras de James y Mahe en Facebook, donde puedes ver a James disfrutando y jugando con su eterno compañero de cuatro patas.
Antes de la llegada de Mahe, James no era capaz de compartir con otras personas sin ponerse nervioso pero con su fiel amigo se calma al instante. Además están permanentemente conectados por un arnés, para que el pequeño no pueda salir corriendo si se asusta o para evitar que se pierda.
Comparte este artículo con tus amigos, es un ejemplo más de la nobleza de los perros.
