Es cierto que los videojuegos tienen sus ventajas. Y también sus beneficios. Pero cuando el niño no es capaz de jugar a nada más. Cuando prefiere estar encerrado en casa consigo mismo a salir a jugar con los amigos se puede convertir en un problema. Ya no es un juego. Es una adicción. En el fondo es más fácil jugar con estos juegos. Mucho más fácil y más cómodo no tener que lidiar con los problemas de la vida. Porque sí, a pesar de que son pequeños, tienen problemas, y conflictos que tendrán que aprender a resolver. Los videojuegos son una puerta de escape. Ninguna discusión. Ningún amigo que se enfade.
Este video nos muestra a través de un cortometraje la relación de una madre con su hijo adicto a los videojuegos. Ella observa desde su venta a otros niños jugar al aire libre, disfrutando del sol y la naturaleza, mientras su hijo está encerrado en una habitación, con la vista fija en una pantalla y siente que tiene el deber de sacarlo de ese encierro y motivarlo a conectarse con el mundo real, una tarea muy difícil.
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