El avión de carga que transportaba 33 leones de Lima, Perú, a Johannesburgo, Sudáfrica, el fin de semana se récords y cadenas por una buena causa.
Los leones, todos rescatados de circos ilegales en Perú y Colombia, fueron parte del mayor éxodo organizado por Animal Defenders International (ADI).
Pero lo más importante, el viaje a Sudáfrica, llamado Operación Espíritu de Libertad, representa un nuevo comienzo para los leones que habían estado languideciendo en jaulas de circo durante años.
El domingo, llegaron a Emoya, un santuario en Vaalwater, Sudáfrica.
“Antes de que ADI los rescatara, estos animales nunca habían sentido la hierba bajo sus pies o el sol sobre sus cabezas. Ayer, estaban en la selva africana,” Jan Creamer, presidente de ADI, dijo en un comunicado. “Esta ha sido una misión muy importante porque han sido retirados del sufrimiento en Perú, y se salvaron generaciones futuras de animales. Conseguirles un hogar ha sido agotador y estimulante.”
Tardaron más de un año en liberarlos a todos, ya que las autoridades que trabajan junto al personal de ADI rastrearon cada animal. No fue fácil. Algunos circos, ilegales en Perú desde 2011, pasaron a la clandestinidad para evitar renunciar a sus “activos”.
Después de que fueron retirados de los circos, los leones pasaron meses en una especie de limbo, en recintos temporales, donde al menos podían estirar las piernas y recibir la atención que nunca habían recibido, mientras ADI recaudaba los fondos para su transporte a un santuario en Sudáfrica.
El precio del transporte de cada león era de USD$ 10.000, pero las donaciones llegaron de todo el mundo hasta que el último de ellos pudo ser transportado a su nuevo hogar.
Estos supervivientes maltratados no se alimentan como leones, a muchos de ellos se les habían eliminado sus garras y tenían los dientes rotos. Pero ahora van a disfrutar de la libertad que siempre merecieron.
El lunes por la mañana ya rugían en una nueva realidad y fue un rugido que se escuchó en todo el mundo.
“Sol africano, cielos estrellados, arbusto locales y los sonidos, las nubes, las tormentas de verano, un gran recinto en un entorno natural, donde puedan recordar quiénes son,” Savannah Heuser, fundadora del santuario Emoya dijo en un comunicado.
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